jueves, 16 de junio de 2011

Trabajadoras de la 3

Por la Galle 
(desde el penal de Ezeiza)
En la cárcel de mujeres, llamada curiosamente “Correccional”, el trabajo es fundamental. Como todos sabemos, en nuestra sociedad actual, la mujer-madre es cabeza de familia. De ella depende el sustento de cada grupo familiar. Al menos el 80 % de las compañeras que están aquí son madres. El salario tiene la función de asegurar a los hijos su bienestar.
La Ley de Ejecución Penal, 24.660, dicta como obligatorio que las condenadas trabajen. Gracias a nuestra “veloz justicia”, las mujeres se pasan dos años o más procesadas a la espera de sus condenas. Así que también son parte de la totalidad de las trabajadoras.
Existen varias alternativas laborales: los talleres de producción (bolsas, encuadernación, costura, tejido, repostería), fajineras de las diversas secciones (educación, sociales, judiciales, centro médico, oficinas), recolección de los residuos o cocina central.
Hasta hace relativamente poco existía una desigualdad en el valor hora trabajado, entre procesadas y condenadas. Las primeras cobrábamos menos. Hoy en día han igualado este valor a 7,50 pesos la hora. Si trabajamos las 200 horas permitidas, nuestro salario se convierte en 1.500 pesos.
Con el pretexto de que se cuenta por horas, nos pagaban solo las horas que permanecíamos en el lugar de trabajo, efectuando los descuentos por cada movimiento que se realizaba dentro o fuera del penal. Esto provocó serias reclamaciones de toda la población y logramos que al menos las horas que acudimos a estudiar no se nos descuenten, así como cuando acudimos de comparendo ante el juez o si nos llevan a algún estudio médico extramuros.
Nosotras cobramos a través de la Entidad Cooperativa de Servicio Penitenciario Federal, en blanco, ya que debemos esperar el alta laboral del Ministerio de Trabajo, así como el número de Cuil. No entendemos muy bien en qué categoría laboral nos encontramos, si somos trabajadoras del Estado o de quién. Claro que esta confusión o falta de información sirve para que jamás se nos hayan reconocido ni las vacaciones siquiera (aunque no nos es posible ir muy lejos), para que trabajemos todo el año sin cobrarlas o que el valor hora no varíe en los días feriados. Ni qué hablar de sindicalizarnos o poder realizar reclamos y pedidos laborales.
Dentro del obsoleto “Tratamiento de resocialización” (como si de enfermas se tratara), el trabajo es el que te proporciona el puntaje de la conducta, para que luego un Juez decida si te mereces o no algún beneficio como las salidas transitorias o la libertad condicional. Todo esto es una farsa, como si al salir egresadas en libertad alguien se dignara a dar trabajo a las personas con antecedentes penales.
Así pues el trabajo forma parte de un adoctrinamiento disciplinario para con el reo. Intentan convertirnos en soldaditas efectivas para la producción, tan necesarias para el sistema económico en que vivimos. Claro, ¿para qué van a tomar en cuenta la realidad social de que los sectores más excluidos (casualmente la mayoría de los privados de su libertad) no tienen salidas laborales concretas? Eso sí, el negocio que se llevan entre manos, gracias a nuestro sudor, merece cualquier fundamento para sostenerlo. Como siempre: se cuenta con la necesidad de los menos favorecidos y generan un sometimiento laboral similar a épocas serviles. Si a esto le sumamos el sometimiento que el encierro produce, las situaciones que aquí dentro se viven son como unviaje en la máquina del tiempo.
 
 Cuestionario:
 
1. ¿Sobre qué problemáticas trata cada texto? ¿Cuáles son los problemas que están vinculados al tema del Trabajo?

2. ¿Qué significa trabajar para el que escribe el artículo o para los que aparecen en el artículo?

3. ¿Qué te pareció la nota que leíste?

Respuestas: 

1. El problema que trata el texto "Trabajadoras de la 3" son las malas condiciones de trabajo que hay en la Correccional de mujeres en Ezeiza. La presa "la Galle" cuenta que en un principio las condenadas cobraban mas que las procesadas. Mas tarde, igualaron ese valor a siete con cincuenta pesos la hora de trabajo para todas las mujeres presas que trabajaban para mantener a sus familias (ya que el ochenta por ciento de las presas son madres). A fin de cuentas, trabajando las doscientas horas permitidas, ganaban mil quinientos pesos por mes. Además, no cobraban vacaciones ni horas extras, y cuando trabajaban días feriados, cobraban igual. No hace falta decir que las mujeres no podían formar candidatos ni reclamar o hacer pedidos laborales. 

2. "La Galle" en un momento del articulo, comenta que ella trabaja en blanco en la cárcel, pero que no sabe si es trabajadora del estado o de otras entidades, pues cobra a través de la Entidad Cooperativa de servicio Penitenciario Federal y deben esperar el alta laboral del Ministerio de Trabajo. No entiende en que categoría laboral se encuentra y esa es la "excusa" para que no se le reconozcan los derechos legales del trabajador. 

3. La nota me pareció muy interesante, a pesar de que trata de un tema triste, pues para una mujer ser madre y estar presa, debe ser muy duro, por la escasa cantidad de horas semanales que puede ver a sus hijos, por la mezcla de sentimientos que surgen, tales como el deseo de libertad, el arrepentimiento, la locura del encierro, etc. Creo que es muy poco lo que cobran y que no esta bien que no se le respeten los derechos básicos del trabajador, tales como horas extras, la diferencia de pago al trabajar un feriado, la falta de vacaciones, y el que no puedan formar agrupaciones

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